Wednesday, August 14, 2013

La verdad de la milanesa del cine en Bolivia.


La experiencia que tuvimos con el estreno de nuestra más reciente producción Muerta Pero Soñando me obliga a hacer una evaluación de todo el proceso. Lo haré por partes.

En esta primera parte comento sobre una nota que hace referencia directa a la experiencia de estrenar una película boliviana en nuestro medio. 

Pagina Siete publicó una nota sobre que "algunos cineastas locales se han quejado por los “arbitrarios cambios de horario” que afectan a sus películas en las multisalas de La Paz." 

    Se me menciona de la siguiente manera: "Por ejemplo, la película Muerta pero soñando, de Jac Ávila, estrenada el 24 de julio, tuvo una corta estadía en las salas. “Estuvo una semana en cartelera del Multicine y Megacenter. Alegaron que no había mucho público y que querían habilitar las salas para filmes que atraigan más gente”, dijo Ávila."

    Para la nota me llamó una periodista y me hizo varias preguntas. Dije muchas cosas y la cita en Página Siete no es necesariamente lo que dije, sino mas bien una interpretación de lo que dije. Pero el tema es necesario discutir y/o aclarar.

Yo no soy uno de los que se quejó ni publicamente ni en privado. Entre julio del 2010 y julio del 2013 he puesto un total de 6  películas en las pantallas nacionales. 6 películas que tuvieron diferentes suertes desde Sirwiñakuy, de Amy Hesketh, que estuvo en cartelera 25 semanas, hasta Muerta Pero Soñando, que no paso de tres en la Cinemateca. Sabemos que esperar y no tenemos ninguna sorpresa.

Las salas de Bolivia, como las de todo el mundo, responden a la ley de la oferta y la demanda. Siendo todas negocios, con la excepción de la Cinemateca que es una fundación cultural pero que también tiene costos que cubrir, todos deben cuidar sus ingresos y no van a tener salas vacías porque no les conviene.

En un país capitalista por excelencia, como es el nuestro, el mercado manda. Así nos declaremos ultra socialistas, la verdad es esa. Ya sea para los minibuses, las naranjas, la coca, el cafe, el cine, o las marraquetas, esa es la única ley que se respeta en Bolivia.

Entonces el problema no son las salas, es la falta de publico en esas salas.  Hay un grupo en Facebook, del que soy miembro, que se queja por la reticencia de los cines de exhibir las películas en su idioma original.

He aquí el porqué de esa reticencia:
En el multicine en la misma semana que estuvimos con Muerta Pero Soñando, estaba en pantalla Wolverine and varios formatos.

La versión 2D Subtitulada vendió 297 entradas.
La versión 35mm doblada al Español 2,228.
La versión 3D doblada al Español 2,334.
La versión 3D Subtitulada 94.

Esos números demuestran algo. El público paceño prefiere película dobladas.


Pero tengo otros datos interesantes.
De los estrenos de esa misma semana en el Multicine los paceños optaron de esta manera:
Ciudad de Sombras tuvo 350 espectadores
El Llanero Solitario tuvo 2,154 (en sus tres versiones, solo 69 en la versión subtitulada)
Guerra Mundial Z en sus dos versiones, ambas dobladas 3,351
Mi Villano Favorito en sus tres versiones 5,529
Monsters University en sus dos versiones, ambas dobladas, 1,275
Titanes del pacifico en sus dos versiones 1,116 (61 para la versión subtitulada)
Turbo en sus dos versiones, ambas dobladas, 740
Wolverine, en sus cuatro versiones 4,953
Muerta Pero Soñando, la nuestra, en una sola versión. 466

Esos números dicen mucho sobre las preferencias del publico paceño.
Las películas para niños, como Mi Villano Favorito, llenan salas. Los blockbusters como Wolverine, también.

Una película para los mas mayorcitos, como Ciudad de Sombras, con Russel Crowe, apenas arrastró a 350 espectadores, muy por debajo de los 4,953 de Wolverine.

La película nacional, la nuestra, para mayores de 18 años, vendió 466 entradas.

Esa es la realidad. 

En el artículo de Página Siete dicen que El Olor de tu Ausencia vendió 260 entradas en su primera semana en cartelera.

Eso quiere decir simplemente que el cine nacional no figura entre las preferencias del publico paceño, y si nos vamos a los números de pasadas experiencias en Santa Cruz y Cochabamba, la historia es la misma o incluso peor. 

En conclusión, los bolivianos no van al cine a ver películas serias o nacionales, van a ver lo que todo el mundo ve, las taquilleras de Hollywood, pero preferiblemente las de niños y dobladas al español.  Esa es la realidad.

El año pasado Maleficarum vendió en su primera semana 493 entradas, San Antonio, otra película nacional, esa misma semana vendió 66.  La más taquillera de esa semana fue Los Vengadores que vendió 10,662 en sus cuatro versiones de las cuales 793 corresponden a las dos versiones subtituladas. 

A las películas "serias" como 12 horas, les fue peor.  12 horas vendió solo 285 entradas. 

Otro dato interesante. La semana de Octubre 5 del 2012 se vendieron 15,378 entradas en el Multicine.
Mientras que en la semana del 25 de julio del 2013 se vendieron 19,934 entradas. Hay que acordarse que eran las vacaciones de invierno y se celebraban las fiestas juliana. Si las cifras se mantienen se puede decir que semanalmente van al cine entre 15 a 20 mil personas, la gran mayoria a una o dos películas de Hollywood.

Esa es la realidad de las preferencias del público paceño y nacional, que se parece mucho a las preferencias del resto del mundo.

Las razones?  Muchísimas, pero algunas fáciles de identificar.

Publicidad.
Hollywood usa presupuestos de millones de dólares para producir y para publicitar sus películas. Generalmente el monto de producción es casi igual al de publicidad. Por lo tanto todos en el planeta saben todo lo que tienen que saber sobre una película con Brad Pitt. La publicidad incluye su vida en familia, sus escándalos, etc y un largo etc.

El cine nacional apenas gasta en su producción, y no tiene dinero para su publicidad, salvo algún auspicio que le permita imprimir algunos afiches, un par de notas de prensa, un tour de medios que le dan un minuto por programa, quizás en cuatro canales... un par de radios. Listo, eso es todo. 

Mientras Wolverine está en portadas de revistas de todo el mundo, en programas de televisión, en todo canal, y todo medio de difusión que existe en el planeta durante todo un año, mientras que un cineasta boliviano apenas aparece en un par de programas una o dos semanas antes del estreno. La cobertura al cine nacional es prácticamente nula.

En contados casos, el Gobierno Municipal auspicia con un par de pasacalles que cuelgan por una semana. Punto.

La mayoría de la gente se entera de la existencia de la película cuando ésta ya no está en cartelera.

Hay quizás un caso que es diferente. Recuerdo que cuando se estrenó Jonas y la Ballena Rosada, Carlos Mesa era uno de los productores, ademas de ser co-propietario de PAT, además de tener su programa de noticias tres veces al dia, todos los días. Por tanto, todos los días, en varios espacios, promocionaba la película, pero aún así, Jonas no recobró su inversión. Y eso que no creo que en todo el territorio nacional haya habido una persona que no sepa de la existencia de Jonas.

Hay una actitud de que como la película es boliviana, no debe ser buena. Hacen énfasis los comentaristas, algunos que hacen de críticos de cine ademas de sus otras actividades profesionales, asegurando a sus lectores que sí, todas, absolutamente todas las películas bolivianas de los últimos años, valga aquella excepción, son terriblemente malas.

Un reciente artículo (de hoy) sobre una nueva película boliviana comienza así: El cine nacional ya tiene una mala fama, una fama de mal cine, y no es porque el público no apoye lo local o que “prefiera” lo de afuera, es porque el 99.9% de películas nacionales que se estrenan tienen poca calidad y dicha certeza ya es un boca a boca que hace que muchos prefieran NO ver cine nacional.

Ya hablaremos sobre ese 99.9% de mal cine, de esa "certeza".




El cine boliviano tiene una enorme cuesta por delante, la que es difícil de remontar, casi imposible.

Entonces, ¿para qué hacer cine?

Lo que mantiene a los cineastas nacionales es su entusiasmo y amor por lo que hacen. Punto.  Son casi poetas. Desafían a las estadísticas, a los mal agüeros, a todo y todos.

El problema es que no es fácil llegar al público y no porque éste sea muy exigente. En realidad no lo es. Se tragan todo lo que Hollywood les manda, desde lo mejor a lo peor, siempre y cuando sepan de su existencia. Turbo, película para niños, no tuvo éxito, ni aquí ni afuera. En la semana de Muerta Pero Soñando apenas logro vender 740 entradas en sus dos versiones, ambas dobladas, una en 3D. No es un título reconocible.

La película del Pocholo parecia destinada al éxito, y no porque fuese una gran película boliviana, sino porque era un título reconocido, gracias a la fama televisiva de sus populares protagonistas. Pero se enfrentó a otro inevitable escollo, la piratería. Apenas apareció en las salas de cine, ya se podía encontrar el DVD a menos de 10bs.

Ahí el segundo problema. A la "certeza" del publico de lo mal que es el cine boliviano se le une la piratería, y aquel que no quiso verla en el cine por lo mala que debe ser, la compra sin complejo de culpa a los piratas.

Esa es la verdad de la milanesa del cine en Bolivia.









Friday, August 2, 2013

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