Sunday, April 17, 2011

La Inspiración de Martyr.


Camille recibe un regalo, una mañana, antes de comenzar a trabajar con Tadeusz. Es un libro de pinturas de John Waterhouse. El libro está abierto en una pintura en particular. Santa Eulalia. "Esta pintura es hermosa", dice Camille. "Es tu inspiración" le contesta Tadeusz.

Ví esa pintura en los 80 en una tienda/galeria de arte en la 6ta Avenida de Manhattan en esa ciudad que fué mi hogar ya 20 años, en ese momento, 1982, poco antes de partir a Cuba a una aventura cinematográfica.

Al pasar una por una las enormes litografías de pinturas a la venta, una me llamó la atención. Una muchacha yacía semidesnuda, al pié de una cruz, la nieve cayendo encima. Me conmovió. Quería comprarla pero en ese momento no tenía dinero así que me conformé con mirar la litografía que no me llevaría a casa, prometiendome que de alguna manera hiba a dejar que esa visión se pasee por mi mente y mi alma dejando sus semillas para el futuro. Meses después, terminando el año, me encontré bien instalado el el Hotel Nacional de La Habana, gentileza del ICAIC (Instituto de Cine Cubano).

Hubo una temporada en La Habana cuando para mí todos los días eran domingo. En ese tiempo que solo uno que ha trabajado con el ICAIC lo puede entender, me dediqué a visitar lo que La Habana tenía para ofrecerme en lo que ha cultura se refiere. Encontré unos buenos discos de jazz, provenientes de Checkoslovaquia, y libros, muchos libros, tantos que no los pude sacar de Cuba y se quedaron en la biblioteca de un amigo. Pero me llevé dos. Uno cubano, que me ispiró a estudiar más la era colonial de Cuba y escribir un guión en base a esa investigación, y uno publicado en Hungría.

Este segundo libro es el importante en esta historia.
En una librería de La Habana, me topé con unas lindas ediciones de libros de pinturas. La mayoría publicadas en la URRS, Pero una me llamó la atención. Un libro de pinturas medievales de España, publicado en Hungría, en español.
Hojeando el libro me topé con una pintura en particular:
La Vida de Santa Eulalia. Una pieza de altar, obviamente, que contaba el martirio de Eulalia, paso a paso. Me trajo a la memoria la litografía que quedó impresa en mi menta, aquella que ví en Nueva York. Esta vez no había forma de no hacer algo con esa información. Compré el libro y me lo llevé a Nueva York al final de mi estadía en La Habana.

Durante un buen tiempo me dediqué a terminar la película que comenzó en Haití, pasó por La Habana, Montreal, Budapest y finalmente terminó en Nueva York. Pasaron los años, retorné a Bolivia donde conocí a Carmen Paintoux. Cuando la conocí volvió la inspiración. En ese momento, la pintura, la pieza de altar, de pronto tomaron vida. Ahí comenzó la transformación de Carmen en Camille y la de Camille en Eulalia.

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